Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadFREDDY, NO CANTA COMO UN ECO REPETIDO  

FREDDY, NO CANTA COMO UN ECO REPETIDO  

 

La coincidencia tomó forma cierta tarde en la que, casi sin planearlo, crucé la puerta de un pequeño negocio Café internet TECNOMOVIL, ubicado en la calle 18 # 10 – 28, segundo piso, atendido por una antigua estudiante de colegio que estuvo en mis aulas. Se llama Catherine, nombre que también lleva mi hija no sé si escrito con C o con K, pero con el mismo eco entrañable que vibra en la memoria. Es una joven serena y bella, con una sonrisa fresca y una mirada profunda. Su cabello lacio y oscuro, parece conservar en sus hebras la memoria de un pasado indígena, de un ancestro remoto que aún la acompaña.

Nos sentamos a conversar. Ella ingeniera industrial y administradora de empresas, hablaba con fluidez, con esa naturalidad que sólo se da cuando hay confianza. Yo la escuchaba, respondía, preguntaba. El diálogo fluía sin prisa, entre proyectos, sueños y recuerdos. Su negocio es sencillo, un café internet discreto, tranquilo, pero impregnado de sentimiento, de amor por el cliente, de respeto por la gente, aquel lugar, más que un comercio, se levanta como un refugio humano.

Fue allí donde apareció Freddy Echeverry, el de Los Truenos del Norte. Lo vi primero por el rabillo del ojo, un hombre de camisa blanca, seguro de sí mismo, con la cadencia de quienes llevan la música en la sangre. Llegó tarareando una melodía, de esas que suelen sonar en los cafés de barrio, en las emisoras matinales, en las ferias y hasta en los escenarios internacionales: música popular, rancheras norteñas, canciones de grandes intérpretes que alimentaron el espíritu de nuestros padres y abuelos.

Freddy es un hombre de profunda sensibilidad, alguien que ha demostrado, a través de su oficio y del amor por su familia en especial de sus tres hijas, que la vida también se enfrenta desde la tarima, desde la canción y desde la música. Desde niño encontró identidad en los corridos y rancheras mexicanas, género que hizo suyo sin abandonar el respeto y la veneración por la música popular latinoamericana y, sobre todo, por la colombiana.

Rinde homenaje a voces entrañables como: Los Tigres del Norte de México y en Centroamérica a Vicente Fernández, aquel monstruo que vivió y murió en su país que lo vio nacer, convertido en patrimonio sentimental de varias generaciones. Reconoce también a tantos otros intérpretes que han sabido tocar la fibra de los colombianos y latinoamericanos; hombres y mujeres que, desde el canto, gritan con pasión sus verdades, sus dolores y sus vidas enteras.

En esa tradición se inscribe Freddy. Su voz truena, clara y limpia, capaz de interpretar con naturalidad la música mexicana y, al mismo tiempo, entonar con fuerza gutural esas tonadas que llegan directo al corazón. No canta como un eco repetido, reinterpreta cada canción, le da un nuevo pulso, y provoca en quien escucha un instante único de vibración vital, un encuentro íntimo con la emoción y con la memoria colectiva.

La conversación, inevitablemente, giró hacia él. Freddy no es un hombre común, su voz tiene la potencia de un relámpago, la hondura de un trueno que entra por nuestros oídos, estremeciendo el corazón. Su canto no sólo se oía en el recinto, se sentía y se instalaba en el pecho como lo hacen las canciones mexicanas cargadas de lirismo popular, capaces de partir el alma y, al mismo tiempo, reunirla en un acto de emoción compartida.

Aquella tarde-noche, entre amigos, canciones y unos tragos tranquilos, la charla se volvió coloquial, cálida, casi festiva. Freddy, con su voz y su presencia, parecía unirnos a todos en una sola mesa, en un instante suspendido de vida, y comprendí, entonces, que aquel carro misterioso que tantas veces había cruzado en mis recorridos por la ciudad no era sólo un vehículo, es el símbolo rodante de ese grupo, de un hombre, el eco metálico de su propio trueno hecho canción.

Claro, que no puedo olvidar la mirada tierna y colegial de Caro, una joven que tiene dulce en su mirada, belleza en su sonrisa ingenua que camina con su ritmo y su tumbado, excelente anfitriona de la velada musical en compañía de la dueña del espacio acogedor Catherine Martínez García, complaciendo con música, la pasión de todos.

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