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ActualidadEl Cid Campeador: ¿Héroe o mercenario?

El Cid Campeador: ¿Héroe o mercenario?

 

En días pasados, encontré un artículo sobre el Cid, el famoso guerrero español, esa lectura me hizo recordar el género literario Épico:” Se entiende por poesía épica a un tipo de poesía narrativa que canta las hazañas de unos héroes pertenecientes a un pasado más o menos legendario. El comportamiento glorioso de estos héroes acaba convirtiéndose en modelo de virtudes varoniles, como el valor, la fidelidad, la nobleza o la entrega” (www.gobiernodecanarias.org).

En la literatura épica se destacan los cantares de gesta: “Estos poemas recibían el nombre de cantares de gesta porque se recitaban o cantaban acompañados de una melodía y porque relataban gestas o hazañas de grandes héroes. El más importante es el Cantar del Mio Cid” (www.educa2.madrid.org). “Por orden de recopilación destacan cuatro grandes poemas: el Beowulf, en las islas británicas; la Chanson de Roland (canción de Rolando), en Francia; el cantar de mio Cid, en España, y el Nibelungenlied (canción de los Nibelungos) en Alemania. Todas estas obras tienen puntos comunes(m.arteguias.com).

“Los tres primeros cantares, Beowulf, Mio Cid e Igor, sobrevivieron a la edad media en sendos manuscritos únicos, que permanecieron olvidados por completo durante cientos de años y reaparecieron, cada uno en su región de origen, casi al mismo tiempo, al final de la etapa clásica” (m.literaturaeuropea.com).” En total componen este ciclo una docena de cantares, de los más famosos son la canción de Roldán (siglo XI); La Peregrinación de Carlomagno (siglo XII); Huon de Burdeos (siglo XII)- Berthe aux Grand Pieds (siglo XIII); Cantar de Aspremont, Otinel (siglo XIII) o los Saisnes” (es.m.wikipedia.org).

“El Cantar de mio Cid o poema de Mio Cid es el manuscrito de la épica medieval castellana que ha llegado hasta nuestros días mejor conservado. Es una copia del siglo XIV a la que solo le falta la página inicial y se compone de 3735 versos que dan cuenta de las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar el Cid Campeador (descargas.intef.es). “El escritor árabe Ibn Bassam detestaba al Cid, y, sin embargo, es quizás gracias a él que comenzó la leyenda de Rodrigo Díaz de Vivar. Hace 900 años, cuando el guerrero moría en Valencia, Bassam escribió: “Mientras vivió en este mundo siempre triunfó noblemente sobre sus enemigos: nunca fue derrotado por nadie”. Desde entonces, en Europa da una especie de enfermedad sin cura que podríamos llamar “ciditis”” (La espada del Cid ¿Quién fue el guerrero del poema épico?  Lecturas Dominicales, “El Tiempo” 31 de julio de 1999, página 5, Mario Jaramillo).

Prestigiosos historiadores han tratado de desentrañar la leyenda para llegar al verdadero Cid, el Cid histórico: “Rodrigo Diaz ya no el anodino promusulmán que describió hace 150 años el investigador holandés Reinhardt Dozy, pero tampoco el leal vasallo castellano que caracterizó hace 70 el erudito español Ramón Menéndez Pinal. Un Rodrigo Díaz más humano que sobrenatural, más guerrero que político, más rebelde que sumiso, más temido que respetado, más noble que plebeyo, es el Cid que se aproxima al consenso  historiográfico actual” (La espada del Cid, Lecturas Dominicales, “El Tiempo” 31 de julio de 1999, página 5, Mario Jaramillo).

Para poner la historia del Cid en contexto, hay que recordar que España fue invadida por grupos de religión musulmana provenientes de oriente y norte de África, quienes al mando de Tarik derrotaron en la batalla de Guadalete al rey visigodo don Rodrigo en el año 711 de nuestra era, iniciando la dominación árabe a la península que se prolongó por casi 800 años, hasta 1492 cuando el último rey nazarí entregó Granada a los reyes católicos; España empezó a llamarse Al – Ándalus, en los primeros años pasó a ser provincia del imperio musulmán, convirtiéndose en un emirato dependiente de califato de Damasco, años después llegó a dividirse hasta en 30 reinos: los reinos taifas, situación que debilitó a los moros y permitió la expansión los reinos cristianos hacia el sur, causando su progresiva desaparición; el reino nazarí de Granada se mantuvo por doscientos cincuenta años, hasta su reconquista (cervantesvirtual.com).

La biografía del Cid podría resumirse así: nació en Vivar en la provincia de Burgos, fue exiliado por Alfonso VI, derrotó a los almorávides y murió en Valencia, esos cuatro momentos no fueron tan lineales; en medio de las luchas contra los moros, en el siglo XI, en medio de alianzas políticas impensables, matrimonios de conveniencia y luchas fratricidas reales, es que el Cid se convierte en el más sonado protagonista, el héroe más famoso de la reconquista española en los campos de Castilla. Hasta hace poco se creía al Cid miembro de la baja nobleza castellana, actualmente se considera que su familia ostentaba una condición social mucho más elevada de lo que se creía: “Rodrigo Díaz era por nacimiento un infanzón-descendiente de la nobleza visigoda- en una época donde las diferencias entre alta y baja nobleza eran bastante difusas. Esta circunstancia, a simple vista irrelevante, no solo ha permitido explicar su directa y estrecha vinculación al poder regio desde niño. En la actualidad, por diversas investigaciones realizadas en torno al entramado político y social en la Castilla medieval, tal circunstancia explicaría también las causas de la difícil relación que el Cid mantuvo con el rey Alfonso VI y sus hombres. Los tratos entre infanzones y el poder público, sobre todo en los primeros siglos del milenio, nunca estuvieron exentos de tensiones. Y la relación de vasallaje no era por tanto de sometimiento, sino de intercambio: obligaciones militares a cambio de beneficios” (La espada del Cid, Lecturas Dominicales, “El Tiempo” 31 de julio de 1999, página 5, Mario Jaramillo). Al Cid lo han pintado como mercenario dispuesto a servir a quien mejor pagara, pero en su época cobrar por servicios militares era normal, el infanzón combatía a cambio de beneficios económicos; aunque el Cid prestó sus servicios al rey Alfonso VI, y a musulmanes rivales del monarca cristiano, sirvió a los musulmanes fuera de Castilla, cuando se rompió su relación con el rey.

Huérfano de padre a los quince años, Rodrigo entró a la corte del rey Fernando I donde recibió educación en letras y leyes, se hace gran amigo de Sancho hijo del rey, y empezó a tener contactos con la guerra acompañando los ejércitos castellanos; a la muerte de Fernando I, el reino se dividió en tres territorios para sus hijos (Foto 1), Sancho fue coronado rey con el nombre de Sancho II de Castilla y la amistad  entre ellos se fortalece, además de Castilla estaba, León gobernado por el rey Alfonso VI y Galicia gobernada Por García II. El Cid ganó el título de Campeador a los 23 años, al derrotar al alférez del reino de Navarra. Los herederos empezaron a combatir entre sí para tomar los otros territorios; en esta guerra apoyó a Sancho y empezó su fama de gran militar, atacaron León donde el Cid tomó preso al rey Alfonso VI, la nobleza del reino se refugió en Zamora donde fueron sitiados, allí murió Sancho y, Alfonso VI paso a ser rey de León y Castilla; inicialmente las relaciones entre Alfonso VI  y el Cid fueron cordiales, pero por envidia ante sus grandes triunfos militares contra los moros que atacaban desde el sur, y por el gran amor que el pueblo le demostraba terminó desterrado en 1081. Partió al exilio con 300 hombres siendo acogido en Zaragoza por Al muqtadir, permaneció seis años luchando y ganando combates contra los enemigos de este gobernante y su sucesor, logrando gran fama. En 1087 hizo las paces con Alfonso VI y empezó a combatir a favor de este, va al levante, gana varias batallas; Alfonso VI le sale al paso a Ben Yusuf, llegado a España para ayudar a los árabes, esperando ser reforzado por el Cid, como éste no pudo llegar, el soberano ofendido lo desterró de nuevo.

En este nuevo exilio el Cid está solo, pero se le unen gran cantidad de hombres atraídos por su fama militar, convirtiéndose don Rodrigo en su propio caudillo, en menos de un año toma los reinos moros de: Tortosa, Valencia, Albarracín, el Puente, Sagunto, Almenara, entre otros, estableciendo un protectorado de gran tamaño; en 1093 mientras luchaba en Zaragoza, su protegido fue derrotado y pierde Valencia, tras 19 meses de sitio la recupera, es su mejor victoria y allí obtuvo un gran botín; Don rodrigo como príncipe de Valencia centra sus esfuerzos en contener a los moros, pues tenía un ejército poderoso y entra en varias batallas victoriosamente, hasta que muere en una de ellas en 1099.

Según la leyenda, los árabes atacaron Valencia poco después de su muerte, su viuda montó al héroe con su espada tizona en su caballo Babieca, lo ubicó en una colina y así hizo huir a los invasores, ganó su última batalla estando muerto.

2 COMENTARIOS

  1. Saludos, Danilo, precisamente en esta semana pasada acabe de leerlo, lo había leído hace más de cuarenta años y eran vagos los recuerdos de este clásico literario, me envolvió y cautivó desde el principio hasta su fin, muy ameno, saludos y buena vida.

    • Hola apreciado Carlos Ariel: me alegra que le haya gustado el escrito, ese fue un guerrero fuera de serie, mil saludos y bendiciones para UD y familia.

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