En el corazón del barrio Los Naranjos, en Dosquebradas- Risaralda, frente al parque, existe una sala pequeña donde caben apenas cincuenta sillas. Un espacio íntimo, casi doméstico, donde sin embargo cabe el universo entero cuando el arte decide expandirse. Allí, lo que por más de cuarenta años busqué en El Principito, libro que he leído, vivido y vuelto a leer más de diecisiete veces encontró su dimensión corporal, su respiración, su carne sensible.
Lo que siempre soñé ver, finalmente sucedió: El Principito actuado. No leído, no ilustrado, no animado: vivo.
El colectivo Sumando Arte, junto al colectivo Patafísico, convirtió ese rincón cultural en un asteroide literario, en un desierto fértil, en una rosa y un zorro latiendo entre nosotros. Cinco artistas, acompañados de títeres construidos con precisión y alma por Jonathan Rodríguez y Erika Rengifo obando, un par de pares y hermanos, ofrecieron con los demás integrantes una puesta en escena donde la ternura, el cuidado y el respeto por la vida florecieron sin artificio, con una honestidad conmovedora. Como escribió Saint-Exupéry: “Lo esencial es invisible a los ojos.”
Y allí, en esa sala precisa, lo esencial se hizo visible a través del cuerpo, la voz y el silencio.
Actrices y actores nos llevaron a navegar entre estados del alma y la naturaleza. El animal, el vegetal, el humano. Era un ejercicio de sensibilidad y verdad, sin exceso ni pretensión, donde cada gesto encontraba su sentido y cada palabra su aliento.
Los públicos: niños, jóvenes, adultos y mayores permanecieron en silencio reverente, viajamos juntos, bebimos agua de oasis imprevistos, sentimos el filo de la condición humana y la dulzura de los pétalos de la rosa amada.

“Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante.”
A este universo se sumó la música de Yamileth Quebrada Pérez (Composición musical y serpiente), voz profunda y cálida que acompañó las escenas como un viento suave sobre el desierto del alma, las cuerdas de la guitarra, las láminas metálicas de la marimba y los cueros de la percusiones sutiles, una maraca cascabel (el que conquistó al gato), entre otros más nos arrullaron.
Jonathan Rodríguez Obando (Director, marionetas y personaje del Aviador y Vanidoso), Tatiana Trejos Pérez (Co-directora y personaje del Principito), Santiago Oviedo Giraldo (Personajes Zorro y hombre de negocios), Iván Danilo Acuña Mosquera (Personajes Rey y Geógrafo) y Erika Rengifo Obando (Arte y Marionetas) fueron un tejido teatral, actoral, sonoro, poético en una sola escena, que abrazó cada condición sensible con emoción y profunda, calidad, emotiva que movió sentimientos.
El montaje fue acogido por la sala concertada del histórico viejo colectivo Alcaraván, templo del teatro de muñecos y de la creación artesanal en nuestra región. Una elección coherente para una obra que recuerda que el arte nace del corazón, no del tamaño del escenario. En este habitáculo se reunieron históricos del teatro mundial, nacional y regional, publico del barrio que disfrutaron un pequeño libro (actuado) de una gran historia.
La producción, ganadora de apoyos del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes y de la Secretaría de Cultura de Pereira, confirma que cuando los estímulos se otorgan con criterio y llegan a manos de creadores genuinos, la cultura florece donde más se necesita.
Detrás del telón, vi el compromiso: actores calentando cuerpo y voz, concentrados como si fueran a las mejores bienales del mundo. La dedicación es el sello de quienes entienden que el arte transforma cuando se entrega sin reservas.
“Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas lo recuerdan.”
Esa noche, cincuenta espectadores volvimos a ser niños. Cincuenta asteroides viajamos juntos, cincuenta corazones recordamos que lo esencial existe, aunque el ruido cotidiano insista en ocultarlo.
Gracias al colectivo Sumando Arte y colectivo Patafísico, y a quienes defienden la cultura con convicción. Que esta obra siga creciendo, porque como bien afirmó su director está en permanente construcción, como la infancia, como el alma, como la imaginación.
A veces, basta una pequeña sala en un barrio humilde para recordarnos que la vida vale cuando se abraza, cuando se cuida, cuando se mira con el corazón.



Excelente reflexión y difusión de lo que hace el arte por la vida y por la formación de públicos para una sociedad crítica
Gracias James por esta nota tan importante que nos trae el teatro de bolsillo en los inicios en la vieja Europa, es muy necesario hacerle conocer a mucha gente en la actualidad como nacio el teatro. Felicitaciones.
El títere en la escena de esta obra del principito, deja activar la imaginación. Muñecos con innovación, bien elaborados acercan la obra al espectador. Esta obra fue montada en «Amigos del arte» con personajes en vivo… En el escenario estaba una de ellas. Claudia López Londoño quien vivió muy emocionada la presentación.
Muy bello, motiva a participar de esta linda experiencia, especialmente porque estos grupos la está dando toda para sacar adelante sus proyectos artísticos y merecen todo el apoyo!