La elección del Papa León XIV, de raíces estadounidenses y peruanas, con formación matemática y una sólida base en derecho canónico, marca un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia Católica. No es solo un hecho simbólico: es un mensaje claro, profético y profundamente espiritual en medio de un mundo fragmentado y sediento de coherencia entre fe, justicia y misericordia.
Elegir a un Pontífice con alma misionera y corazón latinoamericano es una decisión que no se puede leer únicamente desde lo geográfico o cultural. América Latina ha sido, por décadas, el continente con mayor número de católicos, pero también el más azotado por la desigualdad, la violencia estructural, la corrupción y la pobreza. Escoger a alguien que ha vivido, sentido y amado esa realidad es un acto de comunión pastoral.
El nombre elegido no es menor. León XIII fue el autor de “Rerum Novarum” (1891), la encíclica que sentó las bases de la Doctrina Social de la Iglesia. Al llamarse León XIV, este nuevo Papa no solo honra esa herencia, sino que la prolonga hacia el siglo XXI. En tiempos donde las nuevas «cuestiones sociales» incluyen el colapso ecológico, las migraciones masivas, la automatización del trabajo, la inteligencia artificial y la exclusión de pueblos enteros, León XIV parece decirnos: la Iglesia no se aparta del mundo, sino que se sumerge en sus heridas para sanarlas. Y León XIV parece dispuesto a enfrentarlas no desde el miedo, sino desde la fe activa que construye puentes y abre caminos.
León XIV parece conjugar varias dimensiones en tensión creativa: Por un lado, la rigurosidad intelectual de un matemático y canonista, con mente estructurada y claridad doctrinal. Por otro lado, el fuego pastoral del misionero, que se deja tocar por la vida real de las personas. Y finalmente, una sensibilidad social profunda, fruto de su experiencia como pastor en Chiclayo y como presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.
La Iglesia con León XIV podría entrar en una etapa donde se reafirmen con fuerza tres pilares: Reforma eclesial basada en la sinodalidad, con una escucha real a todos los pueblos. Compromiso con los pobres y con los nuevos marginados, en una línea que conecta con Medellín, Puebla y Aparecida. Una evangelización inteligente, que conjuga ciencia, cultura y fe, al estilo de un Pontífice que es matemático y misionero.
Padre Pacho