Por FRANCISCO GILBERTO ARIAS ESCUDERO
Cuando se piensa que la mujer debe ser igual al hombre, ¿no se está elevando al varón a la categoría de modelo a seguir? ¿Será que la mujer necesita demostrar que es capaz de hacer tal o cual cosa del varón, privándose, del aporte que pueden dar desde su femineidad? ¿ser mujer significará, tratar de alcanzar aquello que tanto rechaza? ¿acaso ser mujer no es tan valioso como ser varón?
¿Qué proyecto propone el feminismo, que, a pesar de los logros adquiridos, de algunos de sus movimientos, en la actualidad no cuentan con el respaldo de muchas mujeres jóvenes? Una de las posibles causas se encuentra en ciertos presupuestos, adoptados por el feminismo desde sus orígenes, y que hoy, están en fase de superación.
Esta tendencia o movimiento social que busca mejorar la posición de la mujer en la sociedad, bajo la premisa que “la mujer tiene que ser igual al hombre en todo”, colocando al varón como ser modélico, y no como una toma de conciencia, de su verdadero valor como mujer, ha llevado a que el movimiento feminista, como grupo colectivo humano, pierda su acción liberadora, y la dignificación de la mujer, dentro del genero humano.
En sus inicios el feminismo logró una aportación innegable en la defensa de la igualdad de los derechos entre hombre y mujer; sin embargo, este esfuerzo implicó una defensa de la mujer, heredados de una mentalidad moderna: la devaluación de lo específicamente femenino, como lo fue el caso, por ejemplo de su maternidad. Si la mujer quería realizarse plena y personalmente, debía convertirse en otro hombre, asumiendo valores que proponía la modernidad como lo eran la productividad y el éxito.
Los movimientos feministas comenzaron a cobrar gran importancia desde el siglo XXIII cuando pensadores como Condorcet, defendieron la igualdad entre los sexos, reafirmándose este criterio en 1791, con la declaración de los Derechos de la mujer. En el siglo XIX aparecieron los movimientos feministas, con sus clubs y periódicos, que defendían el papel de la mujer en la sociedad. Ya en el siglo XX surgieron los comités de organizaciones de mujeres cuyo objetivo era la abolición de la prostitución, la escolarización de las jóvenes, el trabajo femenino y la conquista de sus derechos políticos, como su participación, por medio del voto.
En 1949 Simone de Beauvoir con su filosofía dio un nuevo impulso a las tradicionales reivindicaciones de la mujer, desde un carácter más revolucionario y radical. Una de sus afirmaciones es que la naturaleza no es quien ha establecido y limitado las actividades femeninas, sino un conjunto de prejuicios, costumbres y leyes tendenciosas que es preciso eliminar, declarando que la liberación de la mujer comienza por su vientre, proclamando la independencia entre relación sexual y procreación. Se inicia todo un pensamiento de rechazo a la maternidad, planteándose que, la mujer es realmente un hombre con el inconveniente de que su cuerpo esta expuesto a la posible reproducción. Su realización plena la obtendrá la mujer cuando erradique totalmente de su vida la maternidad, y es desde ese momento, donde el aborto libre se convierte en una bandera del movimiento feminista.
¿Se podrá fundamentar un feminismo que niegue la realidad de lo específicamente femenino? ¿Se podrá hablar de una verdadera autodeterminación de la mujer, negándose la alteridad del otro, máxime cuando ese otro es el hijo?
El feminismo no debe partir del rechazo por la especificidad de la mujer, ya que se negaría la realidad, la riqueza propia de lo femenino. Gran parte de la discriminación que actualmente padece el genero femenino tiene su raíz, precisamente, en la falta del reconocimiento de la mujer en cuanto tal, como persona femenina, por ello la lucha debe ser por reconquistar y respetar las cualidades que caracterizan y le son propias a la mujer.
En el siglo XXI si la mujer quiere encontrar el lugar que en justicia le corresponde en la sociedad, no debe apropiarse de las características masculinas, en contra de su propia “originalidad” femenina, con ello deformará lo que constituye su riqueza mas esencial, su femineidad, algo esencial y fundamental en su dignidad como persona humana.
La mujer no tiene que ser igual al hombre en todo, su gran responsabilidad es ser ella misma, no atentando contra su propia naturaleza. Su dignidad radica en ser persona, no en ser varón; en redescubrir que no es solo quien da la vida, sino aquella que engendra mas plenamente lo humano.
Padre Pacho
Es imposible que la mejor sea igual al.hombre empezando por la diferencia de sexo la mujer puede dar a luz a un. Bebe el hombre no todos como personas tenemos grandes capacidades de pensar y tomar grandes decisiiones de verdad ni estoy de acuerdo con las feministas llegan a extremos exagerados Dios nos creo hombre y mujer y marcamos nuestra diferencia