La obra de Alexander Vélez, es una propuesta con ritmo. Una línea creadora que está estrechamente ligada a su forma de vida.
La disrupción estética, el pensamiento de Vélez, tiene su nacimiento en la calle, en el espacio vacío, en la academia, en el pavimento gris que recorre a diario su cuerpo menudo, su danza que se desplaza en el encanto del surrealismo que habita en su cabeza. El arte povera basado en el ornamento, en las crónicas de la substancia y su proporción de la materia prima, apreciando especialmente dos aspectos físicos. Los procedimientos entendidos como proceso de producción y, la manipulación del dintorno de las formas retorcidas que se descuelgan y derriten por las paredes del papel. Su mirada sobre las gafas, hincando su nariz respingada, clavando el atisbo en el objeto deseado, lo caracteriza. Sus descriptivas son estética y absurdas, como todo lo suyo.
Sus rayas nacen en todos los lados del espacio, que se desplaza desde el centro hacia las periferias del formato, tienen un cuento, una anécdota, una narrativa que se transversaliza con sus textos ácidos, en ellos se contienen la vida y la muerte, creando congelaciones lineales pero que, al final revelan seguridad.
RAYADISTA, proviene de la palabra vulgar ¡rayado!, que en nuestro lenguaje popular significa, desadaptado del entorno, que hace cosas raras, algo que es inusual o nunca antes visto. Durante el tiempo que estuvo en la universidad, lo catalogaron un ser vetado. Esto lo llevó a coger los oleos y los lapiceros, empezó de nuevo su peregrinaje en el suburbio nocturno, sumergido en la literatura de imágenes; un escritor de profesión, que toma esta sabia decisión (mezclar letra e imagen) en la calle, el mejor taller, para ganarse el pan del cual vive el hombre.
Nada fácil al momento de observar la obra RAYADISTA de Alexander, líneas entrecruzadas, formatos de todos los tamaños, módulos y supermódulos cuadrados, rectangulares y otros simplemente amorfos, ajustados en marcos reciclados, que se convierten en obras interesantes. Su limitada paleta cromática: el rojo, el azul, los naranjas, el negro y algún granate, creando espacios ociosos, reflejos y transparencias, gamas análogas que afirman, que Alexander es de pensamiento disoluto. Sus títulos suigéneris, como las películas de ciencia ficción en el siglo pasado, hacen y complementan la riqueza, entre lo que dibuja como pintura y lo que pinta con dibujo.
Los procedimientos abstractos prefiguran una deconstrucción de su imaginario y juegan con la relatividad de la observación por parte del público, las obras Rayaditas, involucran los sentidos para una significación siempre en apertura de la obra de arte y más, cuando se tiene en cuenta, que no son obras para ver desde una sola perspectiva vertical o leer desde la horizontal quietud, no, sino que, una observación de la pieza en sus derroteros horizontal-vertical, QUE involucra los sentidos del espectador para que se pregunte: ¿Qué es lo que veo? ¿Es esto arte?
Alexander Vélez (poema)
LOS SUBMUNDOS
Los submundos
me recuerdan a los refugiados en las cavernas
que perdieron toda oportunidad de soñar
en una realidad que superó su propia crueldad y despotismo
haciendo que la esperanza más pequeña,
fuera devorada por la paranoia de las drogas;
a los fariseos e hipócritas como Julius
siempre con una baraja de adulaciones oscuras y una sonrisa de cristal;
a los nomadistas con ideales budistas
que soñaron el atman en el corazón de Gary Snyder
que vieron a otros franceses
perdidos en las calles de Getsemaní
en sus vuelos espectrales, deteriorados con el tiempo hasta que siguieron los pasos de
Judas:
se colgaron de un árbol de guayaba que jamás volvió a dar frutos.
Sus almas de color fueron árboles por un tiempo
pero sin hojas
pagaron su precio desde aquí y después subieron al cielo
y tuvieron alas
no como las alas negras de los mercaderes de la muerte;
a los matones como la chacra, con las cruces de sus muertos en los brazos, exhibiéndolas
como trofeos, me recuerdan los submundos.
En esas noches en contravía
cuando caminas por las calles de Ciudad Under
con los enemigos invisibles de los submundos invisibles
como las guerras biológicas
con los placebos sexuales incitados por los alucinógenos
sueños plásticos y artificiales.
Mientras un sueño sale del escondite
los submundos
me recuerdan una elección del corazón
el porvenir de una ilusión en el vórtice de un escenario crudo
donde los amantes de los chacras
surgen como cometas ardiendo rojos en el estallido de su pasión.
Cuando estás lejos de las calles del Bronx Pereirano
Sión parece estar más cerca en las madrigueras
con los alcohólicos en los bares pensando en el estallido supremo
donde el tiempo es una distracción de las brújulas
en una realidad de personas transitorias con un día más por delante
antes de morir.
*Podrán ver esta interesante obra en la sala de exposición Carlos Drews Castro del teatro Santiago Londoño, en el marco de la actividad cultural Corto Circuito Escenarios para el Arte. ¡ENTRADA GRATUITA!