Por LUIS GARCÍA QUIROGA
Algo hace falta cuando dos personas adultas están a punto de enfrentar una riña o entrar en ella en plena calle, solo porque uno de ellos le pide a su vecino que por favor use el tapabocas.
Llegamos al colmo de que los dueños o administradores de negocios, centros comerciales y conjuntos residenciales, ni ellos ni nadie se atreve a hacer sugerencias por temor a conflictos y reacciones con insultos. Las escenas se repiten entre conductores de vehículos y otros ambientes, incluso de violencia intrafamiliar donde la tolerancia brilla por su ausencia.
Carece de toda lógica razonable que en lugar de agradecer el recorderis, la respuesta sea el insulto prosaico y obviamente, la reacción de ambos lados no es la más apropiada en personas que si al menos tuvieran en su entorno un ejemplo que predicara sosteniblemente la importancia de la dignidad humana y el respeto por el otro, no ocurrirían estas escenas que cada día se multiplican y ponen en riesgo la sana convivencia; y menos en esta pandemia, donde están en juego nada menos que la salud y la vida.
El entorno social es el modelo de construcción de la convivencia. Somos lo que el entorno hace de nosotros y nuestros gobernantes deberían saberlo para mantenerlo y predicarlo mediante un programa permanente de cultura ciudadana, con el mismo celo y dedicación con que los buenos padres procuran la crianza de sus hijos.
No puede ser excusa o pretexto que nuestras autoridades civiles y de policía sientan que ni la ley ni la justicia son efectivas cuando tratan de intervenir, orientar o direccionar el comportamiento ciudadano. La autoridad no puede claudicar. Si eso pasa, nos jodimos.
Parece natural que los jóvenes sanos y vigorosos muchas veces se resisten a observar las normas de cultura ciudadana relacionadas con el respeto (no todos los jóvenes, por supuesto), pero es evidente que ese relajamiento juvenil está llevando el contagio del Covid hasta sus propios hogares. No estamos exentos de un rebrote violento de la pandemia. Y culturalmente no estamos haciendo nada para evitarlo o al menos atenuarlo. Es una pesadilla.
Hay métodos y mecanismos culturales y educativos (mediados por el arte, el deporte, la recreación, el teatro, la tradición etc) que sin apelar a medidas de garrote, generan un clima de conciencia y cultura ciudadana donde la lúdica, la imaginación y otros métodos blandos o zanahorios, van sembrando ese entorno de convivencia y respeto que tanto requieren las ciudades modernas en términos de calidad de vida. Y de calidad humana.Y no es sólo por la pandemia. Es de la esencia del deber ser de la autoridad.
Necesitamos que nuestras autoridades en Pereira y Dosquebradas hagan esfuerzos adicionales en la generación de un clima de cultura ciudadana. Así se lo hemos dicho personalmente y con nuestros escritos periodísticos al alcalde Maya. Que se sienta el aporte sustantivo de nuestras autoridades para un mejor comportamiento de nuestros ciudadanos.
Nicolás Montero, el actor y actual Secretario de Cultura de Bogotá dice que “El ejercicio de cultura ciudadana con las mediciones que se han hecho desde la dirección de Cultura ciudadana para revisar en dónde confiamos, desconfiamos y qué tenemos que hacer, nos ha llevado a que una ciudad como Bogotá, en sus dimensiones y densidad, se porte bien en general. No es fácil, pero el comportamiento ha permitido que el sistema de salud no colapse”.
Agrega que la reactivación económica sin cultura ciudadana repite la mortífera crisis de Madrid donde las aglomeraciones produjeron rebrote de Covid-19 y debieron volver al cierre total. Según Montero, “el saldo pedagógico” es el valor agregado de la cultura ciudadana.
Es decir, la cultura ciudadana, sembradora de conciencia por el respeto y la convivencia, no es un sueño, es el plus que como sociedad pereirana nos queda, más allá de tapar huecos, hacer anuncios, repartir mercados, cobrar impuestos y administrar burocracia.
El verdadero cambio, el que nos la marca diferencia como ciudad y nos ayuda a jalonar la competitividad, es la apropiación cultural. El mal comportamiento social resulta de la ausencia de cultura ciudadana en todos los estratos.
Más que la mal llamada capital del eje, Pereira debería ser la capital de la cultura ciudadana. Esa sí debería ser una meta en la que todos pusiéramos el pecho.
Excelente mensaje!
Actual, vigente, urgente !!!
La cultura ciudadana se logra cuando hay una buena educación familiar, escolar,universitaria, y social a través de medios.
Donde están los padres, los maestros,
Trabajando por el RESPETO a las normas??? Y luego, dónde está la Autoridad?