Por FRANCISCO ARIAS, PADRE PACHO
Hemos terminado un año que nos hizo cambiar de hábitos, que nos permitió reencontrarnos con nosotros mismos; un año que, ante la incertidumbre, nos llevó a cambiar las prioridades, en nuestra escala de valores.
El año nuevo que recién comenzamos, debe convertirse en un buen momento para hacer balances del año que termina, el año de la muerte y sin embargo estamos vivos, el año de la enfermedad y estamos sanos, el año de la escasez y hemos sido bendecidos con el pan de la mesa; el año de las caídas y sin embargo estamos en pie, el año del temor y no hemos perdido la confianza; y aunque se piense lo contrario, ha sido un gran año, no alcanzamos todo lo que queríamos, pero aprendimos a valorar lo que teníamos.
Cerramos un volumen más de nuestra historia. En el 2020, escribimos un capítulo más de nuestras vidas, algunos hicieron de él, un poema, otros una pesadilla, algunos quizás una oración. Tomemos nuevamente nuestro libro y releámoslo despacio; meditemos sobre lo ya vivido y levantémoslo al cielo y desde el fondo del corazón clamemos: “Gracias Dios Mío”, no importa que tenga paginas rotas, por decisiones mal tomadas o por experiencias no vividas. Hoy tenemos un nuevo libro en blanco llamado 2021, que este año que comenzamos sea el tiempo de Dios, y de su mano podamos escribir, aquello que nos permitirá cumplir la misión por la que fuimos creados y estamos aquí.
Un maestro espiritual hablaba de siete claves para orientar nuestras vidas en el año que comienza. Primera clave: “Gratitud” nos quejamos demasiado de lo que no tenemos y poco a gradecemos por lo que tenemos. Segunda clave: “Oración” la gratitud nos permite ver las cosas que ya tenemos, la oración nos permitir descubrir el propósito de Dios, por aquello que ya tenemos. Tercera clave “La esperanza” que suele confundirse con el optimismo humano, que depende de muchas cosas, la esperanza como un don del espíritu que nunca nos defrauda, porque todo lo hace nuevo.
Cuarta clave: “Celebración”, celebrémoslo todo, desde un amanecer, hasta un abrazo, desde una tasa de café hasta la sonrisa de un niño. Quinta clave: “El asombro”, que es lo que nos permite descubrir la huella del creador en su creación. Sexta clave: “El amor”, que es lo que le da el verdadero sentido a la existencia nuestra. Séptima clave: “Fidelidad”, que es un acto de respeto a si mismo, la fidelidad con la verdad son los pilares del templo del universo.
Que este año sea de bendición y prosperidad. Un año de luchas quizás unas ganadas y otras perdidas, pero todas nos permitirán construir una mejor persona en cada uno de nosotros. Que podamos en este nuevo año rejuvenecer como las águilas, hacer morir todo lo viejo que hay en nosotros para que lo nuevo pueda irrumpir y ser integrado. Rejuvenecer como las águilas desprendiéndonos de cosas que en su día fueron buenas y de ideas que fueron luminosas pero que lentamente fueron quedando superadas e incapaces de inspirar el camino de nuestras vidas. Tener el coraje para volver a empezar y estar siempre abiertos a escuchar, a aprender y a revisar y a reinventarnos, ¿No es eso lo que nos proponemos cada nuevo año?
Facundo Cabral solía afirmar que hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo; además, el universo siempre está dispuesto a complacernos, estamos rodeados de buenas noticias.
Padre Pacho
Padre Pacho este comentario está hermoso, trae muchas enseñanzas y lo mejor de todo para aplicarlo en nuestro diario vivir , el Señor lo siga Bendiciendo Padre por sus enseñanzas tan sabias.
Todo para aplicar en este y todos los años que Dios nos regale.
Gracias Padre.
Cuánta verdad en su columna, gracias padre por ese mensaje tan bello y esperanzador 🙌
Gracias padre Pacho, su columna está absolutamente llena de sabiduría y lo importante es aplicar a nuestras vidas una a una de sus enseñanzas. Amén.