Por FABIÁN GÓMEZ CARO
Trump vs Petro, dos líderes con visiones políticas, objetivos y enfoques de gobierno diametralmente opuestos.
Desde una perspectiva geopolítica, ambos Presidentes coinciden en un momento de tensiones y «Desorden Mundial» marcado por la incertidumbre y los cambios acelerados.
Si bien la política migratoria es el tema de controversia actual, la sombra de Venezuela, el acercamiento de Petro hacia China y Rusia, desencuentros en la Lucha Contra el Narcotráfico, la Agenda Ambiental, las relaciones económicas y comerciales; son puntos claves para el análisis de la reciente tensión diplomática.
La política de mano dura contra migrantes ilegales es pilar fundamental del proyecto Trump, desde la primera hora de su gobierno implementó medidas restrictivas y con un enfoque de «tolerancia cero» hacia la migración irregular. Petro quien ha tomado como bandera la protección de la población migrante desde una postura humanitaria, el pasado domingo autorizó el ingreso a Colombia de dos aviones con migrantes ilegales deportados desde el país del Norte, de manera errática, minutos después cambió de parecer, desautorizo el ingreso de los aviones en pleno vuelo, argumentando trato indigno a los colombianos. Hay que recordar que este es un proceso corriente que se viene presentando con frecuencia. En los últimos 3 años México ha expulsado más de 100 mil colombianos, y en 2024 fueron 124 los vuelos desde los EEUU con deportados.
Trump no tardó en responder con duras medidas contra Colombia como grabar con aranceles de emergencia de hasta el 50% todos los productos provenientes de Colombia, prohibición de viajes y revocación inmediata de visas para todos los funcionarios del gobierno colombiano, aliados y simpatizantes, entre otras.
El discurso progresista y crítico del Presidente de los colombianos hacia el intervencionismo estadounidense, y su agenda en busca de redefinir el papel de Colombia en el escenario global, acercándose a actores como China y promoviendo una agenda de integración regional hacia otros continentes, confronta el objetivo estratégico del gobierno Trump de contener la influencia del gigante asiático y Rusia en América Latina, dos actores que Trump ve como rivales geopolíticos.
Venezuela es otro punto de tensión en la relación bilateral. Desde la Casa Blanca han sido contundentes en promover la transición a la democracia en Venezuela, la consideran crucial para la estabilidad regional y la seguridad del hemisferio, esto es retirar a Maduro del poder, incluso elevaron la recompensa a us $25 millones por su captura. La dictadura Venezolana por su parte responde a la confrontación declarando recientemente enemigo público al Secretario de Estado de Trump.
A Petro, por su parte, se le cuestiona su postura ambigua, conciliadora, permisiva si se quiere, con el dictador y su régimen antidemocrático. Esta posición del gobierno Petro genera desconfianza en Washington, y es insostenible en el corto plazo, ya que Trump ve a Colombia como un aliado estratégico en una región donde la estabilidad de Venezuela es crucial para los intereses estadounidenses.
Colombia debe aprender a navegar entre las grandes potencias sin perder de vista sus intereses nacionales. La relación con Estados Unidos, aunque compleja en la actual coyuntura, sigue siendo fundamental para la economía, seguridad y el desarrollo del país.
La tensión entre ambos gobiernos dejó en evidencia la importancia de una diplomacia pragmática y estratégica. En un mundo cada vez más polarizado, la habilidad para construir puentes y mantener relaciones sólidas con aliados estratégicos será determinante para el éxito de la política exterior colombiana.
El gobierno Petro en cabeza de la nueva canciller, tiene la oportunidad de corregir el rumbo y construir una relación más madura y equilibrada con Washington, basada en el diálogo y la cooperación mutua. Solo así Colombia podrá consolidarse como un actor relevante en la geopolítica global.
La diplomacia requiere pragmatismo, especialmente cuando se trata de relaciones con potencias globales. Un enfoque más estratégico y menos ideológico permitirá mantener canales de diálogo abiertos, que combine la defensa de sus principios con la búsqueda de beneficios concretos para el país, incluso en medio de diferencias políticas.
Nota al margen: abrir tantos frentes de confrontación es un error de manual. Es imposible gobernar un país como Colombia, confrontando permanente a la clase política, el Congreso de la República, los gobiernos territoriales, las altas cortes, los medios de comunicación, cafeteros, ganaderos, azucareros, a la clase empresarial, gremial y productiva del país. Y ahora retar al Presidente de la potencia mundial y nuestro mayor aliado continental.