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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

Actualidad30 AÑOS DE LA PARTIDA DE CAN.

30 AÑOS DE LA PARTIDA DE CAN.

(Palabras de Luis Fernando Cardona Gutiérrez, hijo de Néstor Cardona Arcila y director de El Opinadero con motivo del Día del Periodista y el conversatorio «Historia y futuro del Humor en el Periodismo Regional», llevado a cabo la tarde del 4 de febrero de 2025 en el auditorio Pablo Oliveros Marmolejo de la Universidad del Área Andina de Pereira)

 

Hoy no es una fecha cualquiera, son ya 3 décadas desde que mi padre dejó este planeta para fundirse en el infinito; momento para cumplir el Cuarto Mandamiento de la Ley de Dios: “Honrarás a padre y madre”.

 

Algunos de ustedes guardarán en sus memorias muchos recuerdos de ese, para mí, ser humano maravilloso.

 

Quienes lo conocieron de trato o a través de su trabajo podrán hablar con propiedad de sus ejecutorias y juzgar con más objetividad su labor periodística.  En mi alma guardo muchos buenos momentos vividos junto a ese padre, que al mismo tiempo ejercía como “conciencia crítica” en una Pereira, casi aldeana, “la ciudad de las 50.000” sonrisas, slogan que fue creciendo en cantidad mientras se volvió ciudad mi pueblo pequeño.

 

En alguna ocasión le escuché a mi padre decir que eran ya 250.000 esas sonrisas y añadió:  “menos la de Bejuquín Baena”, abuelo del señor rector de la Universidad anfitriona de este evento, a quien confieso no conocí personalmente, pero sí a través del periódico de mi padre.

 

Ese padre alcahueta y bonachón, siendo yo un niño, me sentaba en sus rodillas para enseñarme las primeras letras, lo que me llevó a aprenderme de memoria los apodos de los personajes de la ciudad antes que el abecedario y las cuatro operaciones matemáticas.

 

Es a ese ser humano afectuoso y cálido al que primero admiré como hijo, y luego quise emular intelectualmente, por sus logros profesionales como pionero del periodismo en Risaralda; a ese precursor  del control al poder de los políticos locales en una época que no era dable soñar con contradecir a los grandes señores de la política, como nadie se imaginaba tampoco la posibilidad de las “veedurías ciudadanas”, al que hoy hago un merecido homenaje al lado de la Sociedad Bolivariana y la Universidad del Área Andina.

 

Su mérito mayor radica en su estilo satírico que colocaba en su posición de simples mortales a ídolos con pies de barro, aquellos que por sus apellidos, carreras y ejecutorias públicas se sentían intocables e incuestionables.

 

No sé si todos aquí sepan que antes de ser el primer periodista de género humorístico que piso tierra pereirana, mi padre había sido poeta de fina prosa y cadente lírica, que recitaba de memoria versos de la Ilíada y la Odisea y que tenía su propio parnaso, con dioses por él imaginados.

 

Por eso, no me extraña que ya en aquel entonces mi padre conociera de la licencia que se les permitía a los soldados rasos en la Roma Imperial, de gritarle frases ofensivas al César en su desfile triunfal al regresar su de las batallas contra los bárbaros, hecho que se justificaba en la posibilidad única de mostrarles que eran seres falibles, sin que estos generales pudieran censurarlos o acallarlos; de igual manera Can con sus críticas contribuyó a que la sociedad pereirana permitiera la censura inteligente a sus funcionarios.

 

Can se autoproclamó defensor del buen humor y los intereses de Pereira, porque amaba este villorrio que comenzaba a darse ínfulas de ciudad cosmopolita.

 

No obstante, la fama de sus mujeres, a quienes las vecinas tachaban de libertinas, por sus liberales costumbres, o tal vez envidiosas de su éxito e independencia económica alcanzados por sus habilidades para la manufactura.

 

Can con sus apodos a los dirigentes políticos y su fuete como signo de expresión, fue sin duda fuente de inspiración para el espíritu dicharachero y la mentalidad autocrítica que caracteriza a nuestros conciudadanos y los hace fáciles de identificar en el concierto nacional.

 

Can se fue a la eternidad, pero nos dejó su legado de rectitud, su espíritu inclaudicable de defensor del bien común y, a nuestra sociedad, el valor de la sonrisa.    Que llega a su máxima expresión cuando reímos de nuestras propias desgracias, o cuando la usamos como pretexto para punzar en la conciencia de los malos ciudadanos.

 

En recuerdo y honor de mi padre les pido respetuosamente no un minuto de silencio sino un sonoro aplauso que se escuche en el Paraíso celestial.

Gracias

 

1 COMENTARIO

  1. Muchas felicidades a el mejor periodista y ser humano. Luis Fernando Cardona Gutiérrez
    Hermosa labor y excelente desempeño en este maravilloso mundo de la opinión pública.
    Mi más grande admiración y aprecio para usted 🙏

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