El exministro de salud y educación, Alejandro Gaviria, en la pasada campaña electoral pronosticó que Gustavo Petro nombraría el primer año un buen gabinete de unidad nacional que no lograría cohesionar y así ocurrió.
El presidente no ha tenido suficiente experiencia administrativa para liderar y coordinar equipos. Se esperaba que no gobernara el país como lo hizo en la capital, pero no lo ha logrado. La exministra de cultura, Patricia Ariza, expresó cuando fue notificada de su retiro del gobierno que estaba sorprendida y además manifestó que desde que se había posesionado en el cargo, no había podido reunirse ni una sola vez con el presidente. Los presidentes deben escuchar y trabajar con sus ministros.
Así eso implique reconocer otras miradas diferentes. La salida del exministro de educación, Alejandro Gaviria, demuestra una intolerancia del presidente a opiniones distintas como las que tenía el exministro Gaviria frente a la reforma a la salud. Seguramente por los mismos motivos salieron del gabinete el reconocido ministro de economía, José Antonio Ocampo y la ministra de agricultura, Cecilia López, dos personas que, como Alejandro Gaviria, tienen una concepción del Estado, la economía y las finanzas públicas muy diferente a la del primer mandatario.
Desde la perspectiva de la administración pública o privada no deja de sorprender que en la política parezca normal que los directivos no estén en sus cargos el tiempo suficiente para sacar adelante los proyectos, como si no existiera también en las organizaciones públicas las curvas de aprendizaje y como si no fuera necesario el conocimiento y la experiencia en los temas de las carteras para acertar en las decisiones y ser productivo.
El revolcón ministerial en menos de un año de gobierno no es un proceso que genere confianza en los sectores que el nuevo gobierno necesita convencer, parece que solo las personas cercanas al Pacto Histórico celebran las movidas del gabinete porque consideran que el presidente acierta al nombrar un equipo más “cercano” y seguramente más afín a su ideología, sin embargo, el gran reto del nuevo gobierno era unir al país y convencerlo de la conveniencia del “cambio” que pretende implementar. No lo está logrando, además la forma como se ha tramitado la reforma a la salud desbarató la coalición de gobierno, deterioró las relaciones con los directores de los partidos, aumentó la desconfianza ciudadana y la incertidumbre en los mercados.