“La forma como comenzó el feminismo fue para cuestionar las nociones de lo que una mujer es. Te dices que pertenecen a la casa. Te dicen que eres buena para la reproducción. Te dices que no puedes hacer cierto tipo de trabajos. Que no puedes practicar deportes, que no puedes ser una oradora pública, que no puedes ser una política, que no puedes ser una intelectual o si lo eres nunca serás tan buena. Entonces ¿De qué se trata el feminismo? Se trata de cuestionar las ideas recibidas acerca de lo que una mujer es. ¿Por qué empezamos los estudios sobre mujeres, estudios feministas, estudios de género? Lo hicimos porque queríamos poner en duda estas presuposiciones que se habían dado por sentado durante demasiado tiempo, así que hicimos la pregunta ¿Qué es ser una mujer? o ¿Qué significa ser una mujer? ¿Es en serio algo biológico o cultural? De hecho, no es nada específico sobre biología lo que te defina como una mujer. Es parte de la imagen. Es una cuestión de historia. Es una cuestión de libertad de cómo negocias una situación históricamente complicada, donde se establecieron normas y roles”. Judith Butler.
Esta filósofa contemporánea, doctorada en Yale, quien dicta la cátedra Literatura Comparada y Estudios de la Mujer en la Universidad de California, autora de obras como Deshacer del Género, Cuerpos Aliados y Lucha Política y Cuerpos que Importan (que en la actualidad estoy releyendo) enfoca su análisis en el punto focal de la discusión actual: ¿El género es algo natural o biológico? Se nace con pene o con vagina (para no abordar el tema del hermafroditismo) pero, en adelante, ¿Obedecen las formas de existir a un código natural, a unas normas reguladoras, cuya hegemonía se estableció por siglos como una verdad cultural, ascendida al escalafón de aquello que es lo “normal”?
Simone de Beauvoir, filósofa existencialista francesa, influenciada por Sartre, Nietzsche y Heidegger, entre otros, afirmaba que “El ser humano no es una esencia fija, sino existencia, proyecto, trascendencia, autonomía y libertad”. En otras palabras, Beauvoir sostenía que el ser humano está en capacidad de construirse y decidir y, a diferencia de lo que la “normalidad” establece, “construye su propio destino”. No podría estar más de acuerdo. En calidad de Director de Cultura del departamento observo cómo el arte, en hora buena, derriba los muros de la “normalidad” para cuestionar cualquier preconcepto. El arte no tiene género. Da igual cual de los dos artificios creados culturalmente, hombre o mujer, lo origine. Tiene origen en lo natural. De allí que aplauda la habilidad de un chico en Pueblo Rico a la hora de bailar ballet o la habilidad de una chica en Quinchía portando e interpretando un instrumento musical de gran tamaño y peso, usualmente tocado por hombres.
La Cultura en Risaralda se construye todos los días, por encima del género socialmente acordado. ¿Cuántas veces ha sido precisamente esa noción de género que hemos dado por cierta y además promovemos casi que inconscientemente, la causante de tantas injusticias que acontecen en nuestros municipios, la cruel promotora de casos de exclusión social, depresión, ansiedad, bullying, marginamiento, acoso, humillación, suicido u homicidios? Avanzar hacia la comprensión de que el género es un constructo social como lo afirma Butler y no algo natural, como muchos creen, incluso líderes mundiales, puede ser un pequeño paso y a la vez el gran salto en el entendimiento de que ante todo somos seres humanos, con el derecho a construirnos, como decía Beauvoir. Quizás el arte sea el rostro de ese primer gran salto. Los protagonistas de la historia del arte mundial así lo confirman.
*Director Cultura de Risaralda