Las elecciones para cargos uninominales están gobernadas por la matemática; la multiplicación de organizaciones con capacidad para otorgar avales, ya vamos por 35, además de los movimientos significativos de ciudadanos que lo hacen por firmas, generan dispersiones electorales enormes; estas le abren oportunidad a que sean electas personas con respaldos muy minoritarios con respecto a las poblaciones donde son electos. Ello obviamente no conviene en términos de gobernabilidad pues deja muchos sectores opuestos al vencedor, que obviamente dificultan la gestión y la imagen de la misma.
Los sistemas electorales intentan resolver esta encrucijada instaurando las segundas vueltas, donde los dos primeros en los resultados van a una nueva elección, que se vuelve definitoria y reconcilia sectores con alianzas y acuerdos de gobierno.
La segunda vuelta en Colombia solo se aplica para las elecciones presidenciales y para la Alcaldía de Bogotá, los intentos de reformar la ley electoral han fracasado para extenderlos a otras ciudades.
Las elecciones terminan siendo juegos de probabilidades donde excitar las emociones se vuelve lo fundamental.
Lo que se dice y expresa se maquina, adultera, maquilla, retoca, etc. Los politólogos y los expertos en marketing se especializan en estos asuntos a plena luz del día. Influir en los sentimientos de las personas con la argumentación a través de relatos, montajes, suposiciones, imágenes etc, es una práctica convertida en epidemia.
Los forjadores de opinión podemos terminar ejerciendo en términos parecidos. Al final, final, son solo intereses, no importa que ellos sean validos socialmente. Esa validez también tiene militancias.
Con que facilidad dividimos las personas entre buenos y malos sin grises de ninguna clase. Desoímos la realidad de la vida, nos apropiamos de la verdad sin margen a la duda, tampoco admitimos el derecho al cambio que predicamos como paradigma. Hacemos de los procesos electorales verdaderas comedias.
Los candidatos son marionetas de otros, si votó por alguien ese alguien es su dueño, si participó en gobiernos anteriores se es culpable de cuanta tropelía se descubra o impute, si tiene algún parentesco con alguien que ha cometido delitos o ha sido investigado, ello basta para descalificarlo de por vida. Las elecciones se han vuelto verdaderas payasadas.
Que fácil es auto erigirse como el dueño de la moral política y sentar cátedra al respecto. Cada día se vuelve un asunto más patético.
Frente a este caos pienso que lo importante y debe determinar el voto es la confianza que provoque el candidato y esto naturalmente es un asunto emocional, subjetivo, personal.
No encuentro otro camino a las variantes que está tomando la democracia en el mundo con la concurrencia de la libertad de expresión, los medios de comunicación, las redes y las nuevas tecnologías.
Duro decirlo pero es así.
Mi candidata a la Alcaldía se Pereira es Diana Osorio Bernal
Las alianzas no pueden descartarse, por el contrario se vuelven estratégicas y necesarias .
Se pueden hacer acuerdos entre diferentes siempre y cuando se respeten ciertas reglas y principios para gobernar. Ello no significa de por si cortejar el todo vale.
Saludos
Luis Enrique Arango
Que más podía esperar Pereira?, una candidata sin partido, se n votos, ni respaldo solo para joder a Nancy y para luego salir a arrodillarse a Lopera. Lo dije desde el principio, son unas sabandijas.