El enfrentamiento entre Israel y Palestina es una de las disputas más largas y complejas de la historia moderna. Este conflicto se teje con una trama de factores históricos, políticos y religiosos que se entrelazan en una red de tensiones y confrontaciones que parecen no tener fin.
El año 1948 marcó un punto crucial en la historia de Oriente Medio con la declaración de independencia de Israel, un evento que desencadenó una serie de enfrentamientos con las comunidades árabes vecinas. Estos eventos aumentaron las tensiones ya existentes, alimentando un ciclo interminable de violencia y dificultando la búsqueda de soluciones pacíficas y duraderas al conflicto. La continua lucha por el control territorial, los recursos y el reconocimiento nacional, han mantenido a la región en un estado de inestabilidad crónica, con repercusiones tanto a nivel local como internacional.
Por su parte, Jerusalén se erige como uno de los puntos más álgidos de esta confrontación, siendo reclamada como capital tanto por Israel como por Palestina. El conflicto sobre fronteras, asentamientos judíos en territorios ocupados y el retorno de los refugiados palestinos, también agudizan las divisiones y obstaculizan cualquier intento de reconciliación. La reciente masacre durante el reparto de ayuda en Gaza es un trágico ejemplo de esta brutalidad, con un saldo de víctimas que estremece la conciencia y genera indignación a nivel mundial.
Es crucial que la comunidad internacional se involucre de manera activa y decidida en la búsqueda de soluciones pacíficas y duraderas, que deben ir de la mano con un compromiso genuino por parte de ambas partes para reconocer los derechos del otro, abordar los puntos de conflicto pendientes y alcanzar un acuerdo justo y sostenible. Para avanzar hacia la paz, será esencial levantar el bloqueo impuesto sobre Gaza durante años, medida que ha contribuido a una crisis humanitaria sin precedentes.
Además, todas las denuncias de violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario deben investigarse de manera imparcial, estableciéndose como fundamentales para garantizar la rendición de cuentas y prevenir futuros abusos. La paz en la región solo se alcanzará a través del reconocimiento mutuo, el respeto de los derechos humanos y la justicia para todas las partes involucradas, pero hace falta voluntad.
La masacre en Gaza es un llamado de atención que no podemos ignorar. Es hora de actuar con determinación y solidaridad para poner fin a esta tragedia evitable.
Natalia López Arboleda. Politóloga UAM. Especialista en Contratación Pública UM. Correctora de Estilo APA