“Lo que le voy a dejar de herencia es la educación” y con esta sentencia nos mandaron al cuarto a estudiar más. Lo que nunca nos dijeron y que el Estado “parece ignorar”, es que al darnos educación nos dieron como herencia, para nosotros y para nuestros hijos: la salud, un mejor trabajo, un mejor bienestar social y nada más y nada menos, que un 80% menos de posibilidades de ser víctimas de violencia en Colombia.
¿De dónde sale esta cifra? Del Estado. Y ¿Por qué si lo saben poco se hace para fortalecer el entorno escolar como el más fuerte, poderoso, de mayor calidad y calidez para los niños y niñas?
El 90% de las víctimas de homicidio, no culminaron la secundaria; el 80% de las víctimas de violencia interpersonal… no culminaron la secundaria; el 80% de las víctimas de violencia intrafamiliar… adivinen[1]. Y si estas cifras del Estado son ciertas, ¿No haríamos más invirtiendo en las escuelas que en la guerra? Parece obvio que tener un sistema educativo robusto, es la respuesta para Colombia.
Mucho más que pupitres y cupos en las escuelas, la calidad tiene que medirse por cuán felices los niños y adolescentes están en ese entorno. Convivencia pacífica, maestros con ganas de cambiar el mundo, deporte, arte y cultura como parte de la vida escolar, fortalecimiento de las competencias y habilidades ciudadanas, son el “chicle bajo el pupitre” que mantiene pegados a los niños a las instituciones educativas. Desafortunadamente, el 56% de todos los niños colombianos[2] y risaraldenses, abandonará tempranamente la escuela. O mejor, la escuela no será capaz de retener en sus aulas a la mitad de los colombianos. Y acá, está nuestro fracaso como país.
Todos los datos que se usan en esta columna son estatales. Y ¿será que el Estado no lee sus informes? O ¿Será que es conveniente tener esta gran masa de personas ignorantes cambiando votos por tejas y pidiendo que no lo formalicen en el trabajo para seguir recibiendo el subsidio de “Familias en Acción”?
La educación, va mucho más allá de la violencia, está pegada a la vida, miremos cómo las muertes y otros episodios de salud pública, tienen una gran conexión con la cantidad de años de educación:
- En Colombia, 17 de cada 1.000 niños que nace, muere antes de cumplir un año. Cuando la madre no tiene educación, la tasa de mortalidad infantil puede ascender a 51 muertes por cada 1.000 nacidos vivos. Si la madre pertenece a una étnia, la cifra se aumenta a 160×1.000. ENDS.
- El 69.2% de los nacimientos en Risaralda se dan de mujeres cuyo grado máximo de educación es secundaria completa: Preescolar (0.3%), primaria (12.8%), básica secundaria (22.5%) educación media (33.6%) DANE.
- En Colombia, 17.4 de cada 100 adolescentes entre 15 y 19 años se encuentra embarazada. El 41.8% de las niñas embarazadas apenas tiene educación primaria y el 6.9% de las que abandonan la escuela dicen que es a causa del embarazo. ENDS.
- El 70% de las muertes por enfermedad diarreica aguda – EDA se concentra en el 50% de los hogares con mayor pobreza multidimensional. Es decir, en hogares donde falta la educación, entre muchas otras cosas. ASIS 2016.
- El 19% de quienes no culminaron su educación, contaban con padres que habían obtenido tan solo un título de básica primaria. ENDS.
Todos estos eventos adversos a la vida son prevenibles y su ocurrencia hubiese sido muchísimo menor si, sobre todo, las niñas no hubieran abandonado la escuela y la continuidad del estudio. Una muerte prevenible es injustificable y por lo tanto una violación a los derechos humanos.
Financiar de manera prevalente el sistema educativo y a los entes encargados de su funcionamiento es la puerta para erradicar la violencia, la inequidad, la pobreza, las muertes injustificables en salud.
Ahora que deben aprobarse los Planes de Desarrollo, son las Asamblea y Concejos, pero también los ciudadanos los que tenemos la oportunidad de pedir inversión en la infraestructura, pero del capital humano que necesita Risaralda. Si hay gente educada, hay una región pujante, y por qué no, la más próspera del país. Queremos esa herencia y ¡Tenemos con qué!
Directora Agencia PANDI
Querida María Cecilia,
Muchas gracias por tus comentarios. Los desafíos para el país, como los mencionas, son inmensos. Así mismo, lo son para las familias que en sus carencias de habilidades parentales, hacen del hogar un entorno violento. Mucho nos debe preocupar el tema que traes a colación en esta época en la que miles y miles de niños y niñas, tienen que convivir con sus verdugos. Esperemos que salgamos fortalecidos de esta pandemia, ante todo como familias. El resto juego un papel muy importante, pero una buena familia, con todas sus limitaciones, pero amorosa y protectora, es el cimiento de cada ser humano.
Argumentación con base teórica, que bien.
El Sistema Educativo Colombiano, tiene varios desafíos,, desde lo académico,, en la básica primaria, en la básica media , en la universitaria: incluidos: especializaciones, maestrías, doctorados..
Las materias y contenidos, impartidos , en cada nivel , requieren de una depuración en los mismos. Contenidos inútiles y repetitivos, sin significación para el estudiante y tedioso , para,el docente.
Urgente es, que se haga desde el Ministerio de Educación, y con asesoría de pedagogos, de investigadores, una propuesta curricular , acorde con la,época, con los estudiantes.
Ahora bien, para centrar el tema de la Violencia, que la columnista, e pone, debemos a sudor es a la formación de las,personas en su realidad moral, formación que se inicia en la familia, llámese nuclear , o de otros tipos de familia, es allí, donde se fundamentan los principios éticos y morales de las personas, es allí , en ese entorno, donde se aprende y desprende, es allí donde debemos orientar, a padres, madre hijos y demás componentes del núcleo familiar, para, que : piensen, lo ético vivan la moral, desde lo conceptual hasta su practica.
Los valores se enseñan en casa, los conocimientos, se imparten en la educación formal, y allí se pule, se orienta, los cimientos traídos de la familia.