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CulturaDe las cosechas de julio. Gabos y nabos para la historia

De las cosechas de julio. Gabos y nabos para la historia

Por GABRIEL ÁNGEL ARDILA

Por una vieja crónica de García Márquez conocí y me inquieté por esos días cuando nací: julio del 57 era tiempo de la invención de la penicilina y el nacimiento de Christian Dior; días de rigor bajo un gobierno militar Rojista y el mes de la felicidad de Gabo enganchándose a su mayor tesoro: su mujer la Gaba (Mercedes Barcha). No era un niño cualquiera. Desde eso recomendé como tarea a mis estudiantes repasar sus huellas y aprender de cuando nacieron, para entender algunas cosas en sus vidas.

Las plantas de  buen fruto como tomateras, berenjenas, calabacines o pimientos en plena producción y, al ser muy exigentes en nutrientes, conviene cuidar, aportando regularmente humus o lumbri-compost diluido en agua (recomendaría un invitado mío), o mejor aún «té de compost»: se obtiene sumergiendo una pequeña proporción de ese en agua, bien aireada.

Por julio puedes recoger muchas verduras del huerto al llegar al final de su ciclo; cosechas multitud de tipos de verduras que se hayan plantado; de muchos cultivos cosechas más si quitas frutos maduros de la planta y disminuyen la cosecha si los dejamos más días en la planta. Por esto, atento a la maduración para cogerlas en su punto óptimo.

Algunas cosechas en julio además de las mencionadas, Sandía, Cebolla, Ajo, Pepino, Alcachofa, Col, Lechuga, Apio, Melón, Puerro, Berenjena, Escarola, Garbanzo, Zanahoria, Maíz, Nabos y gabos gentiles como yo. Frutos que llevan como sangre, agua de la tierra entre sus venas: pues si hay algo en el temple de la gente nacida en estos territorios o ahí asentada y alimentada con su agua por largos períodos; en sus torrentes internos no solo circula la sustancia de esta tierra (como agua), sino una sangre muy salinizada, algo azufrada y fácilmente eruptiva, pero con todo el candor y la dulzura de los que aun en sus peores tragedias, resisten «con el agua al cuello, pero sonriendo». Como los queridos circulantes bicicleteros del llamado puerto dulce de La Virginia.

Esos, además de sobrevivientes a su tragedia, son eternos acua-céntricos, adoradores del líquido y nadie les puede criticar, por eso, que en vez de cánones de arrendamiento, invirtieran los subsidios dados durante los últimos dos inviernos, en aguardiente y otras bebidas fuertes espirituosas.

En este Julio proclamo, Vida: Puedes pasar tranquila; ya prometí no reclamarte nada y NO resucitar. Ni reencarnar ni siquiera en mí… ¡Es suficiente!!

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