La certeza que Dios se acercó a los seres humanos en la fragilidad de un recién nacido, lloriqueando de frio y buscando hambriento el pecho materno, nos aproxima a ese misterio fascinante, de todo un Dios omnipotente e infinito que entra a este mundo desnudo en un pesebre, revistiéndose de nuestra carne mortal. La bondad de Dios para llegar a nuestro entendimiento, se vistió de forma humana, su belleza se ocultó detrás de la hermosura limitada del mundo, permitiendo que la palabra se hiciera carne y acampara entre nosotros.
Dos figuras fundamentales en esta historia de la navidad, las encontramos en José y María. El desconcierto y la duda de José, al confrontarse con aquella forma ininteligible del actuar de Dios. Sin embargo, sin dudar de la integridad e inocencia de su esposa María, pero sí de su papel en esta increíble historia divina. Es aquí donde intervienen los ángeles, altavoces de Dios, y con su fuerza indican que el cielo no está cerrado, que el que todo lo puede, tiene una gran creatividad, permitiendo que su misión y tarea fuera poner el nombre de aquel que está por nacer, rompiéndose así el nudo de oscuridad que se cernía sobre su corazón, convirtiéndolo en el padre legal según los códigos de aquella cultura, donde la paternidad es asumida asignando el nombre y apropiándose de manera responsable la protección del nuevo ser.
El acto de fe por parte de María: héme aquí como una tablilla encerada, que Dios escriba en mi todo lo que quiera. ¿Acaso no era el sueño de toda muchacha hebrea convertirse en la madre del mesías? ¿Pero quién le creerá que el niño que lleva en su seno, no es obra humana? ¿Y cómo enfrentarse a una a la ley mosaica que declaraba que, si una joven en el día de las nupcias no fuera hallada en estado de virginidad, debía ser llevada inmediatamente ante la puerta de la casa paterna y lapidada? María se fio de Dios, estaba convencida que nada es imposible para Él; su amen, su asentimiento, fue una plena adhesión a su plan.
La fe es el secreto para hacer una verdadera navidad. Creer es dar carne a la palabra, y solo quien cree vive en plenitud la navidad; quien cree concibe la palabra en su vida e inicia un cambio de conducta, traducido en un modo de vivir distinto.
Padre Pacho