Por: RICARDO TRIBÍN ACOSTA
Dicen que valeroso no es solamente aquel que nunca se cae sino también quien luego de desfallecer se vuelve a levantar, cual Ave Fénix. Cristo mismo se cayó tres veces y, pese a su dolor y desfallecimiento, en las tres se levantó, esto sin contar que ya sabía que Pedro lo había negado tres veces y que su discípulo Judas, lo había traicionado por míseras treinta monedas.
En la película «Hangover» que puede traducirse como guayabo o cruda y en algunos casos resaca, un grupo de individuos se van de rumba y en medio de los tragos cometen una infinidad de bestialidades entre las cuales pueden contarse: el dormir con un león, casarse con una joven que se conoció esa noche, y hasta tener problemas con la justicia y el crimen organizado.
¿Pero y esto para que se trae a colación? Muy simple. Luego de que la tempestad termina, vuelve la calma y al muy poco tiempo el olvido de lo que aconteció lo cual hace sin que pasen muchos días que algunos vuelvan insanamente a reincidir en la bebida, esperando en tal oportunidad resultados diferentes, cuando la experiencia muestra que estos problemas son progresivos y que cada vez que se vuelve a embarrarla las consecuencias son mucho más desastrosas.
¿Y que formula habría para salir de esto? Pues varias, derivadas de un proceso de recuperación, siendo una de capital importancia el guardar en la mente esa última mala experiencia que tanto dolor y confusión causó lo cual, en el momento del pensamiento obsesivo, mucho ayudará al individuo a recapacitar para no incurrir en volver a cometer la misma tontería. Lo anterior, además de pedir ayuda, contribuirá a que no se tenga que tropezar de nuevo y con la misma piedra.