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Actualidad“Ya no voy a estar atrapada en un cuerpo que no sirve”

“Ya no voy a estar atrapada en un cuerpo que no sirve”

Por ADRIANA VALLEJO DE LA PAVA

Desde 1997 la Corte Constitucional avaló la eutanasia. La muerte digna es un derecho, sin embargo, su acceso no ha sido fácil y no cesa la oposición de sectores ultraconservadores y religiosos que consideran que con la eutanasia se viola el derecho a la vida.

Esta semana se dio un avance importante en el reconocimiento del derecho a una vida y a una muerte digna. La Corte Constitucional acaba de ampliar la eutanasia a pacientes no terminales, como resultado del estudio de una demanda que pedía condicionar el artículo 106 del Código Penal que se refiere al homicidio por piedad o eutanasia.

Los demandantes argumentaron que hay personas con lesiones corporales o enfermedades incurables que no pueden solicitar al personal médico que los ayuden a morir dignamente porque se estaría cometiendo un delito por no ser pacientes terminales, esa limitación vulneraba el derecho a la integridad, a la igualdad y a la dignidad.

Servicio a la ciudadanía

Razón tienen los demandantes y los magistrados de la Corte Constitucional que votaron a favor. No es tener un final, aparentemente más cercano a la muerte, que tiene un paciente terminal, lo que busca la eutanasia, lo que pretende una persona que se ve obligada a recurrir a ella es que cese el dolor, que la persona tenga el derecho a mirar su existencia y las condiciones que su cuerpo le imponen para decidir si desea continuar viva o morir dignamente. “Ya no voy a estar atrapada en un cuerpo que no sirve”, afirmó Yolanda Chaparro, después de haber luchado meses por una muerte digna.

El Estado no debe obligar a la gente a sufrir, como lo afirman los demandantes ese trato puede catalogarse como cruel, inhumano o degradante. Lamentablemente, hay enfermedades sin cura, que producen grandes sufrimientos y hay personas que viven con intenso dolor como consecuencia de alguna lesión.

La Sala Plena de la Corte Constitucional reiteró la sentencia de 1997 que establecía que el derecho a la vida no pude limitarse a la existencia biológica, sino que implica poder vivir dignamente y para ello el Estado debe reconocer la autonomía, la dignidad y el libre desarrollo de la personalidad.

Para terminar, es importante el llamado que hace la Corte para eliminar efectivamente las barreras al ejercicio del derecho a morir dignamente y al acceso a cuidados paliativos y terapéuticos con el acompañamiento médico necesario.

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