Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadEl caso Dreyfus, una lección de injusticia.

El caso Dreyfus, una lección de injusticia.

En estos días de marchas de opositores y amigos del gobierno, sin pretender que la situación sea igual a la del tiempo de Dreyfus, sin entrar a demeritar a nadie, siento que cada marcha es usada de manera acomodada por sus organizadores, que quieren hacer creer que todos marchan por estar de acuerdo con sus ideales; sin embargo, ni todos conocen los propósitos de la marcha, ni  comparten sus intereses, ni saben por qué están allí; terminan siendo fichas de un ajedrez entre poderosos que quieren mantener sus privilegios.

En un país cuyo gobierno es elegido por la mitad de la población, es perfectamente normal que quienes no votaron por el gobernante y, quienes sienten afectados sus intereses, marchen contra quien no los representa, incluso humildes personas: sin empleo formal, sin prestaciones y sin futuro económico, terminan creyéndose víctimas y gritando fuera Petro, cuando su situación económica se debe a gobiernos anteriores, que ahora los utilizan como peones.

Las marchas muestran una democracia participativa y deliberante; por primera vez, en el gobierno nadie dijo que eran organizadas por las guerrillas, tampoco hubo represión contra ellas. Petro como el primer empleado de la nación, puede marchar el Día del Trabajo, así dirigentes sindicales digan que no está bien; el movimiento sindical siempre ha estado dividido y en muchas ocasiones sus luchas no son en favor del trabajador.

Para comparar con nuestro ambiente de agitación, traigo a cuento la historia de un militar francés que por sus orígenes raciales terminó siendo utilizado por los intereses de las clases dominantes y las componendas y errores de los altos mandos de esa nación, dividiendo en dos bandos opuestos a los franceses, hechos ocurridos ya hace 130 años, que dejaron su huella en la sociedad francesa contemporánea.

Dreyfus (Foto1), era de Alsacia, región emblemática para los intereses franceses: “La región de Alsacia y Lorena es la más oriental de Francia y también marca la frontera natural entre Francia y Alemania. Alsacia fue disputada por siglos entre las dos naciones y solo pasó a ser francesa tras la primera guerra mundial, en 1919 con el Tratado de Versalles” (www.franciaturismo.net).

“¿En qué consistió el “caso Dreyfus”?  Dreyfus fue un Capitán del ejército francés, de origen judío, acusado de traición a la patria por haber “suministrado” informes secretos a Alemania en 1894” (La historia absuelve a Dreyfus “El Tiempo” domingo 30 enero de 1994 página 11 C, Santiago Gamboa).

A propósito del inicio de la primera guerra mundial, siempre se ha dicho que el detonante fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, y que la guerra se desató a raíz de las alianzas entre potencias europeas; Francia quería recuperar Alsacia y Lorena en poder de Alemania, y el Imperio Austrohúngaro y el ruso tenían conflictos con los otomanos. Últimamente la tesis de Sean McMeekin en su libro The Russian Origins  of the First World,  es que uno de los principales detonantes de esa guerra, sino el más significativo,  “fue el deseo de Rusia de acabar con el Imperio Otomano para así tener acceso desde sus puertos en el Mar Negro  a las aguas abiertas del Mediterráneo, algo que solo podía lograr provocando una guerra a gran escala, que pusiera Francia y Reino Unido a su favor. Esta teoría no es compartida por el historiador británico S. Seligman, quien en la revista “War in History”, sostiene que Turquía nunca tuvo (ni esperaba tener en corto plazo) una flota superior a la rusa en el Mar Negro” (elconfidencial.com).

“Se conoce como caso Dreyfus a la controversia provocada por una sentencia judicial, sobre un trasfondo de espionaje y antisemitismo, cuya víctima fue el capitán Alfred Dreyfus (1859-1935), de origen judío – alsaciano, y que durante doce años, desde 1894 hasta 1906 conmocionó a la sociedad francesa de la época” (Wikipedia). “El judas Iscariote de la historia, el hombre que culpó a Dreyfus, fue el célebre comandante Esterhazy. Para despistar a los alemanes e inculpar al capitán judío, Esterhazy mandó redactar un falso “informe secreto” sobre los progresos franceses en el cañón 120 de tiro corto haciéndolo llegar a manos de la embajada alemana. Ahí surgió el escándalo, cuando se supo que el agregado militar alemán tenía el informe en su poder, y vino la pregunta: ¿Quién fue el traidor que se lo dio? Todos los dedos, entonces, apuntaron hacia Dreyfus” (La historia absuelve a Dreyfus “El Tiempo” domingo 30 enero de 1994 página 11 C, Santiago Gamboa).

Enjuiciado por un tribunal militar, fue condenado a prisión perpetua y desterrado en la colonia penal de la Isla del Diablo, situada a 11 km de la costa de la Guayana Francesa (América del sur), por el delito de alta traición, tanto la opinión pública como los políticos franceses se pusieron en contra de Dreyfus. “Para la Francia de finales del siglo XIX, el combate social se daba entre los representantes de la tradición, los cuales defendían un orden social y moral ya existente, y los defensores de la frágil y naciente República, las dificultades del comercio de la época, el éxodo rural y los trastornos económicos llevaban a las gentes a buscar culpables. ¿Y quienes eran esos culpables? En primer lugar, la República, en segundo, los banqueros y, en tercero, todo lo que no fuera francés (sobre todo si era alemán). Para una situación como ésta, el judío es el chivo expiatorio natural, atacado tanto por el ejército como por la iglesia. Así tres palabras pasaron a ser sinónimos: judío, alemán y enemigo” (La historia absuelve a Dreyfus “El Tiempo” domingo 30 enero de 1994 página 11 C, Santiago Gamboa).

Para los franceses de la época, el caso Dreyfus marcó un hito, la entrada de los intelectuales a los asuntos de Estado, el primero de ellos en hacer oír su voz fue Emile Zolá (Foto 2). Quien publicó su apología de Dreyfus, el célebre “Yo acuso”. “La denuncia desencadenó una serie de crisis políticas y sociales inéditas en ese país y que, en su apogeo durante 1899 expusieron las fisuras subyacentes a la Tercera República Francesa. El caso dividió, larga y profundamente a la opinión pública en dos bandos: los dreyfusards (partidarios de Dreyfus) y los antidreyfrusards (opositores a Dreyfus). Reveló también la existencia de un núcleo de violento nacionalismo y antisemitismo fomentados por la prensa influyente – entre la que destacaba el periódico La Libre Parole de Édouard Drumont, con una tirada de 200.000 ejemplares diarios-. Este evento se convirtió en un símbolo moderno y universal de la iniquidad en nombre del estado” (es.m.wikipedia.org). “A continuación, el mismo Zolá escribió una novela titulada Verdad, en la que un personaje es victima de una injusticia social, teniendo como fondo los enfrentamientos entre laicos y clericales que era común en la época. Este libro fue publicado a manera de folletín por entregas en la revista La Aurora, y mientras salían los capítulos, Zola fue encontrado muerto por asfixia, en extrañas condiciones, en su hotel de la Rue de Bruselas de París (1902). ¿Casualidad? A pesar de no haber pruebas, muchos piensan que Zolá fue asesinado por sus ataques francos y directos a la oficialidad francesa. En el otro extremo, del lado de los acusadores de Dreyfus, estaría el escritor Maurice Barrés, quien defendía tesis francamente antisemitas en el momento del “caso”. Barres escribió en sus diarios: “Cuando niño, el Viernes Santo íbamos a matar al judío” (La historia absuelve a Dreyfus “El Tiempo” domingo 30 enero de 1994 página 11 C, Santiago Gamboa).

Al tiempo que los partidarios de Dreyfus crecían y Zolá publicaba su “Yo acuso” el verdadero traidor Esterházy fue absuelto y recibido con aclamaciones y aplausos por conservadores, monárquicos y nacionalistas. A pesar de las intrigas del ejército para evitar revisar el caso, en 1898 el Tribunal Supremo lo reabrió y al año siguiente anuló la sentencia contra Dreyfus; ordeno abrir un nuevo consejo de guerra, y cosa insólita, Dreyfus fue condenado otra vez a diez años de trabajos forzados; diez días después, tras pasar cuatro años de presidio, enfermo y agotado, Dreyfus aceptó el indulto del presidente Émile Loubet. En 1906 su inocencia fue reconocida oficialmente por la Corte de Casación que anuló el juicio de 1899 y decidió rehabilitarlo, algo inédito en la historia del derecho francés, fue reintegrado al ejército con rango de comandante y participó en la primera guerra mundial.

Muchos historiadores ven en Francia, no en Alemania, el origen del antisemitismo que causó el holocausto de 1940: “Es el caso de Philippe Landau, quien afirma que el antisemitismo fue siempre un valor dentro del ejército francés, poniendo como ejemplo los pogromos hechos contra los judíos en Argelia. De cualquier modo, en la Francia del cambio de siglo, el judío era el símbolo del nuevo pacto social republicano contra el que se alzaban las clases conservadoras. Fue el caso de 1936 cuando el Frente Popular llegó al poder lleno de amenazas contra la clase dominante. Los “malos” eran los judíos, pero no los Rostchilt de fines del siglo XIX, sino el judío Marx y su revolución proletaria, el judío León Blum (presidente por el Frente Popular), que además era un antiguo militante de la causa a favor de Dreyfus. Con la llegada del régimen de Vichy (1940) y la ocupación nazi, el odio de las clases conservadoras por sus privilegios perdidos se centró en el antisemitismo. El ensañamiento contra los judíos, o “Israelitas”, como se les llamaba en Francia, era una reacción en contra del Frente Popular de León Blum llegado al poder en 1936. Y al final de la guerra, cuando los antisemitas franceses fueron juzgados y condenados, no faltó quien dijera: “Es la venganza de Dreyfus, al fin se hace justicia” (La historia absuelve a Dreyfus “El Tiempo” domingo 30 enero de 1994 página 11 C, Santiago Gamboa).

Sociedades lejanas y  divididas por las manipulaciones relacionadas con la llegada de nuevas fuerzas al poder.

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