Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadEl vil dinero

El vil dinero

Hubo un momento en que no había dinero; hubo un momento en que apareció el dinero y llegará un momento en que desaparecerá el dinero.

No es una profecía, es algo predecible.

El dinero ha empobrecido a la humanidad. Hay gente tan pobre que sólo tiene plata. La ambición rompe el saco y, en cambio, hay quienes viven con lo justo, no tienen lujos ni ostentaciones y el aguante es su consigna.

En este vaivén se devanea el ir y venir de la humanidad y la culpa es del sistema. ¿Cuál sistema? El sistema económico imperante,  el de la ética materialista y el de «amigo, cuánto tienes, cuanto vales» que nos dejó como reflexión el autor y compositor colombiano Jorge Villamil en su obra musical Oropel.

Hay quienes van tranquilos por la vida y descansan, psicológicamente, en los ceros a la derecha de su cuenta bancaria. Eso está bien porque prodiga bienestar y bien merecido es disfrutarlo.

Aquí no se trata de enjuiciar porque se tiene dinero o por cómo se gasta. Es más, me alegro por quienes lo disfrutan y viven sin afugias, muy bien.

Hace unos meses me encontré con un amigo que no veía hace varios años y me comentó lo próspera que era su vida en este momento, tanto que ya no tenía que trabajar en su habitual ocupación y mencionó algunas posesiones. Todo bien, lo festejamos, además porque, en años anteriores, mi amigo tuvo muchas afugias económicas y él mismo manifestó su eterno agradecimiento por las ayudas que le proporcioné. Hasta me llamó HERMANO y me exaltó así. Unos días después la conversación nos llevó a que le contará cuáles eran mis necesidades, se las relaté, se mostró empático,  lo vi sensible, y cuando ni siquiera yo le había sugerido que me ayudara, simplemente dijo: «Lamento lo que le está pasando de verdad y, pues, es bien complicado no poder ayudar en algo».

Quedé plop y me pregunté: ¿Por qué ni siquiera se ahonda en la necesidad del otro para proporcionar un paliativo? ¿Por qué cerrarse de una? ¿Por qué no querer ponerse en los zapatos del otro? ¿Por qué no querer ayudar a ese hermano?

Respuestas hay muchas y se las dejo de tarea.

Lo que considero es que estamos cuidando a nuestro dios, no lo queremos perder, es lo más amado. ¿Necesario? Sí. Sobre todo en este mundo tan indolente donde la pinta,  el estatus, la posición social imperan. Pero, ese dios nos volvió como él: tosco, frío, inflexible, etc. Nos hizo a su semejanza o lo hicimos a nuestra semejanza o nos dejamos hacer a su semejanza.

Y de ahí que todo es plata y plata es plata. Hay confesiones religiosas que insisten en la necesidad de dar, pero sus voceros viven en la opulencia y siguen atesorando. Y estos si que saben que no se van a llevar nada. ¿Dónde tienes tu alma, donde está tu conciencia?.

Atentamente, Gerardo Calderón,

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