Los seres humanos hacemos esfuerzos ingentes por lograr objetivos propuestos para nuestras vidas, tenemos la contradicción entre la decisión de perseguir aquello que anhelamos y el miedo a no alcanzarlo, y en muchas ocasiones no dejamos fluir nuestras capacidades, entregamos nuestras habilidades al miedo que tensa nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras relaciones, estamos llenos de miedos que no nos dejan crecer.
Esa tensión no sólo impide al ser humano volar hacia sus sueños, sino que hace que una sociedad llena de temores infundados frene el vuelo de sus congéneres y tome decisiones equivocas que atentan contra su propia naturaleza e incluso agreden a los demás. Pudiendo buscar el horizonte en lo alto, lo buscamos en lo bajo, los miedos nos cortan las alas. La prueba de ello se da en los reality show, donde se generan estrategias para sacar a los más fuertes, solo por el temor de su capacidad, la vida se ha convertido en ese reality.
El miedo a perder la imagen frente a los demás, también llamado en nuestro contexto paisa “el miedo al qué dirán”, impulsa el bullying, el chisme, la calumnia, los odios sembrados en una sociedad que busca nivelar a todos por lo bajo, se odia al niño que presenta la tarea, al estudiante que hace la pregunta y también al que la responde, al Lider que protege la naturaleza, se odia al que habla demasiado lenguaje técnico o demasiado sencillo, a uno se le dice tecnócrata y al otro populista, se odia al que saca la mejor nota y al que tiene talento, se odia al de la derecha y al de la izquierda.
En realidad, ese odio no es otra cosa que miedo a que se instauren estándares que no se logran cumplir, a que sucedan cosas que no estaban en el control, ni en los planes ya instaurados. Otro mundo es posible, uno donde los talentos sean patrimonio de todos y unos ayuden a otros con sus saberes y el que antes sintió miedo encuentre en si sus propios talentos y los intercambie con quienes tienen talentos diferentes, un mundo donde se pueda poner la creatividad en su máximo esplendor movilizando sentimientos positivos en lugar de negativos, donde la diferencia sea respetada y el error sea acogido con misericordia, en lugar de hacerlo con desprecio.
Le sigue, el miedo a lo desconocido, el miedo padre de la parálisis, de una aparente pereza que más que pereza es una incapacidad de acción por falta de seguridad interior y que ahora se manifiesta en la procrastinación, que significa postergar algo y que también deriva del griego akrasia, que tiene que ver con el actuar en contra de uno mismo. Es un miedo a la consecuencia de la acción, como si la acción siempre conllevara a un resultado negativo.
El otro miedo que encarcela nuestro ser, bloqueando la coherencia y por ende nuestro desarrollo, se trata del miedo a perder los bienes materiales, este temor nos vuelve sedentarios, nos ubica en el statu quo, en la zona cómoda, negando la aventura, la búsqueda y con ello niega también la expresión máxima del potencial humano
Seguimos con un miedo ocasionado porque somos seres filiales, sociales y esa socialización nos hace fuertes, sin embargo, el miedo a la soledad puede marcar también debilidades que nos hacen adherir a grupos que promueven la involución del ser humano, mediante un control social que no nos deja crecer.
Ahora hablemos del miedo a perder la vida, hasta cierto punto es muy importante porque nos permite el autocuidado, el único problema es cuando llega al extremo de la obsesión y dejas de vivir por hallar peligro en cada cosa, En este momento la humanidad requiere de este miedo para agudizar su instinto de conservación y proteger al planeta y la vida en él, pero no conviene si llegamos al extremo de dejar de vivir o de pensar o de volar por el miedo.
El miedo puede ser aquella cualidad que pone el freno para evitar el daño o también puede ser el lastre que tensa todo impidiendo nuestro vuelo. Volar significa soltarnos y desarrollar el máximo potencial humano.
Tú decides si lo usas como protector o como lastre, decides si hacerte pesado o liviano, decides batir las alas con desesperación o convocar a tu poder interior para elevarte, decides por la desconfianza o por la fe en lo superior.
Mi recomendación es que conozcas tus miedos y entiendas cuando ellos te están protegiendo y cuando no te están dejando vivir, cuando te están conduciendo a hacerte daño a ti mismo o a hacerle daño a los demás. Libérate del miedo excesivo, acoge, el conocimiento, la fe y la esperanza y se soltarán también los odios infundados que tanto daño hacen a la humanidad.
lrfranco@utp.edu.co
ceo@poderlider.com
Es cierto, pero a veces el miedo nos impulsa a hacer lo que en teoria es imposible, el miedo al fracaso puede detenerte, pero también impulsarte, quizás nos hemos concentrado tanto en lo malo, que olvidamos que hay un mundo al que debemos retar a pesar de los temores
Me encanta esa reflexión. Así es el miedo tiene ambas caras, protección o freno, todo depende de la forma cómo lo asumamos. Al final podemos ser valientes que también sienten miedo.
Gracias porque impulsa a conocer nuestro miedo y tomar decisiones